Las revelaciones conocidas esta semana sobre la solicitud planteada por el entonces Presidente Bolsonaro a altos mandos de las Fuerzas Armadas durante su gobierno para dar un golpe de Estado al candidato ganador de la Presidencia Luis Inázio Lula da Silva son una clara demostración, para Brasil y la región, de que a pesar de todos los esfuerzos conseguidos por la democratización de nuestros sistemas políticos desde las épocas aciagas de los golpes militares violentos, la nueva derecha latinoamericana, autocrática, violenta y neofascista, mantiene dentro de sus posibilidades de acceso y permanencia en el poder la ruptura de la continuidad democrática a través de golpes de Estado blandos que afectan de manera profunda las posibilidades de gobernabilidad de mandatarios progresistas o la acción directa de la Fuerza Pública contra gobiernos civiles como lo proponía Bolsonaro recibiendo el rechazo de los mandos militares brasileños en actitud que los honra como servidores de la patria.
¡Nunca más!