oce minutos le bastaron a Alberto Fernández para trazar un mapa de amigos y enemigos en América Latina y ponerse al frente de una corriente progresista en la región. En la apertura de la cumbre del Grupo de Puebla, el presidente electo denunció un intento de desestabilización contra Evo Morales, reclamó reformas en Ecuador y Chile, celebró la liberación del expresidente brasilero Lula da Silva y, sin nombrarlo, fustigó a Jair Bolsonaro, al que trató como un “gobierno de coyuntura”.
” Con Lula libre soplan otros vientos en Brasil y yo confío en esos vientos. Y no tengan ninguna duda de que la unidad entre Brasil y la Argentina es indisoluble. Ningún gobierno de coyuntura puede romperla. Nada la va a romper. Vamos a seguir trabajando por esa unidad, que es el eje de la unidad de América del Sur”, sostuvo Fernández, al abrir el foro que reúne a 32 dirigentes progresistas de 12 países de la región.
“Estoy muy feliz de que el Grupo de Puebla exista, porque el Grupo de Puebla va a ser la voz que se levante ante el mundo para contar lo que pasa en América Latina. No solo eso: va a ser el grupo de donde salgan los dirigentes que van a volver a poner de pie a América Latina”, dijo el presidente electo, ante un salón repleto, en el subsuelo del Hotel Emperador, en el barrio de Retiro. “Hace cuatro años estábamos todos muy agobiados, temiendo que el conservadurismo había llegado a América Latina para quedarse”, insistió, en la apertura de la cumbre que finaliza hoy.
Fernández aprovechó la oportunidad para incluir a Mauricio Macri entre los males a combatir. “Tenemos que trabajar mucho para que esa desigualdad se termine de una vez por todas. Cuando termine esta etapa -dijo, sobre el gobierno de Cambiemos- en la Argentina, cinco millones de personas habrán caído en el pozo de la pobreza”. Lo escuchaba en primera fila Hebe de Bonafini, a quien Fernández puso como ejemplo de lucha.
Compartieron con él la mesa principal la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, el expresidente de Colombia Ernesto Samper, el exministro de Educación de Brasil Aloizio Mercadante y el excandidato presidencial de Chile Marco Enríquez-Ominami, organizador del encuentro y amigo de Fernández. En el salón también estaba el expresidente de Paraguay Fernando Lugo. Lula da Silva participó del encuentro por medio de un video en el que celebró el triunfo del Frente de Todos: “Que Fernández haya ganado en la Argentina es como si yo hubiese ganado en Brasil. Creo que puede servir de ejemplo para otros países”.
En la apertura del encuentro y durante el desarrollo de la primera comisión, que funcionó a puertas cerradas, el tema predominante fue la crisis en Bolivia. “Hay una clase dominante que no se resigna a perder el poder en manos de un presidente que es el primer presidente boliviano que se parece a los bolivianos. Eso es todo lo que pasa”, dijo Fernández durante su discurso. Unos minutos después, desde una habitación del piso 18° en la que se recluyó para descansar, denunció por Twitter un intento de golpe de Estado. Volvió a tocar el tema durante el almuerzo, que compartió con sus pares de la región, en un salón del piso 20°.
El presidente argentino electo contó en su discurso que había tenido una conversación telefónica con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y que habían repasado las situaciones críticas que atraviesan varios países de la región. “El continente no pasa su mejor momento”, dijo, y empezó a trazar sus fronteras de afinidades políticas. No hubo menciones a Estados Unidos ni a Venezuela, un dato demostrativo del camino por el que quieren transitar Fernández y el Grupo de Puebla. Integrado por dirigentes y no por gobiernos ni por partidos, el foro nació en junio de este año, con el objetivo de contrapesar el avance de fuerzas conservadoras en la región, reunidas en el Grupo de Lima.
Primero Fernández denunció encarcelamientos de dirigentes opositores en Ecuador. “Lo que Lula dice del Poder Judicial brasileño no es muy distinto a lo que digo yo de la Justicia argentina, y no es muy distinto a lo que pasa en Ecuador. Tan preocupados que están y resulta que en Ecuador detienen gobernadores opositores, los acusan del delito de rebelión, sin que ninguno haya tenido un arma en sus manos, y nadie levanta la voz. ¡Allí hay un vicepresidente preso hace más de dos años que se llama Glas [Jorge] y nadie levanta la voz! Debemos levantar la voz porque hay situaciones de injusticia que no debemos tolerar”, dijo.
Unos minutos más tarde, abordó la crisis de Chile e intentó un equilibrio: cuestionó en duros términos el modelo económico y reclamó al presidente Sebastián Piñera que hiciera reformas, pero sostuvo que está dispuesto a ayudarlo a pacificar la situación. “El milagro chileno es que los chilenos no hayan reaccionado antes. En Chile el 1% de la población se apropia del 30% del ingreso. ¿Quién puede vivir con semejante inequidad? ¡Nadie! Supongo que en estos días volveré a hablar con el presidente Piñera, con quien tuve una muy buena charla la semana pasada. Pero ojalá él haga lo que tiene que hacer para que la paz vuelva a imperar en Chile. Y Chile se reencauce en un modelo más igualitario”.