La izquierda latinoamericana se reorganiza con la intención se salir a flote en estos tiempos convulsos. Este viernes se celebra el V Encuentro del Grupo de Puebla, un foro político y académico que se conformó en 2019 y pretende definir una ruta progresista en América Latina. Algunas conquistas sociales recientes y los nuevos Gobiernos infunden esperanza, aunque la sombra de la pandemia deja entrever un futuro incierto para la región, donde puede producirse una nueva embestida de la pobreza.
En el encuentro de este viernes participan los principales liderazgos de la izquierda. El presidente de Argentina Alberto Fernández y exmandatarios como Evo Morales (Bolivia), Dilma Rousseff (Brasil), Lula da Silva (Brasil), José Mujica (Uruguay), Fernando Lugo (Paraguay) o Ernesto Samper (Colombia). En representación de España estarán presentes el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y la ministra de Igualdad, Irene Montero. También representantes de los Gobiernos de México, Argentina y Bolivia.
Samper (Bogotá, 1950) es uno de los fundadores del Grupo de Puebla. Expresidente de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y presidente de Colombia durante cuatro años en los convulsos años 90. Se propuso entonces un “salto social” con mejoras al sistema de salud y atención económica a las clases más desfavorecidas. Salvó la vida en el atentado en el que falleció el líder de la Unión Patriótica José Antequera, y conoce bien el largo conflicto que ha ahogado a su país en la violencia. Por eso desea que un proyecto sólido de la izquierda conquiste la Presidencia en su país y rescate un Proceso de Paz, hoy en crisis, para dejar atrás la violencia, pero también el estancamiento económico y social.
La izquierda pretende trazar un horizonte común que por fin acabe con el modelo neoliberal que consideran fracasado en América Latina. Previsiblemente en el manifiesto de Puebla las principales fuerzas progresistas se inclinarán por impulsar un modelo social de desarrollo, revisar las privatizaciones de los servicios públicos, reforzar el papel del Estado, batallar contra las guerras jurídicas (lawfare) a líderes progresistas de la región, reforzar el papel del Estado, establecer una Renta Básica temporal e impulsar una nueva política económica solidaria.
– Este viernes se produce el V Encuentro del Grupo de Puebla. Recientemente ha resurgido la izquierda en algunos países. ¿Cuál es la salud del progresismo y la capacidad de expandirse en la región?
– Recientemente ha habido varios episodios relevantes para la izquierda en América Latina, no solamente porque se han elegido dos gobiernos muy importantes, que tienen banderas progresistas, como México y Argentina. También está la reciente recuperación de la democracia en Bolivia o el voto multitudinario se expresó para cambiar la Constitución en Chile. La Asamblea Constituyente será la primera con equidad de género en el mundo. Y no podemos descartar la elección del presidente Joe Biden en EEUU. En el corto periodo que lleva gobernando, ya ha echado para atrás decisiones del anterior gobierno fundamentales para el progresismo de América Latina, como la reincorporación de EEUU a la Organización Mundial de la Salud o a los acuerdos por el cambio climático. Por ese lado hay vientos progresistas. Esperamos que se traduzcan a nivel bilateral en una normalización de las relaciones con Cuba, como existía al terminar la Administración Obama, y la apertura de un diálogo de negociación con Venezuela, además del sostenimiento de los Acuerdos de Paz en Colombia que hoy día están en entredicho con la actitud vacilante del Gobierno de Iván Duque. Queremos que el Grupo de Puebla se reúna en ese escenario positivo, pero también en un escenario de pandemia que se ha cobrado muchísimas víctimas en América Latina.
– El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y la ministra de Igualdad, Irene Montero, forman parte del Grupo de Puebla. ¿A qué tipo de fuerzas reúne este foro y qué tipo de manifiesto se pretende alcanzar?
– El Grupo de Puebla es una reunión de personas individuales en torno a unos principios comunes como la libertad, la igualdad social y la justicia. No somos una reunión de partidos políticos ni de Gobiernos ni de ONG. Somos unas 50 o 60 personas, entre los que estamos una docena de expresidentes de América Latina y España como, efectivamente, el expresidente Rodríguez Zapatero. También hay excancilleres, ministros, académicos. Hay una importante representación de parlamentarios de más de 14 países de América Latina. Comenzamos hace ya más de un año y este viernes nos vamos a reunir para proclamar nuestro primer manifiesto político, un conjunto de propuestas que invitan a una ruta del progresismo en América Latina. Tratará sobre el papel que debe cumplir el Estado, la necesidad de un modelo solidario que reemplace el modelo neoliberal que demostró su fracaso en los últimos 20 años. También sobre la posibilidad de sacar políticas progresistas y activas que mejoren la situación social que nos va a dejar la pandemia.
– ¿Preocupa entre estas fuerzas progresistas que el fenómeno Jair Bolsonaro, la extrema derecha, se extienda por la región?
– No es una preocupación el fenómeno de Bolsonaro. Es una preocupación -está comenzando a dejar de serlo- el paso que dieron algunos gobiernos conservadores cuando llegaron hace un par de años al poder, de tratar de ideologizar las relaciones internacionales, lo cual nos llevó prácticamente a acabar con mecanismos de integración que existían en la región como el ALBA y reemplazarlos por un club de un presidentes de derechas. Sin embargo, por cuenta de la pandemia estos presidentes han tenido que dejar de lado sus intereses ideológicos. Además estaban muy influenciados por el presidente Trump. De esta manera, creo que venimos en un camino de regreso de esos malos años para la integración latinoamericana. El presidente Bolsonaro demostró que tenía una muy fuerte despreocupación por el tema de la pandemia. No solamente le está pasando factura -Brasil es el segundo país con mas contagios en el mundo-, sino que también está enfrentando un juicio en el Congreso que tiene muchas posibilidades de salir adelante. Esto confirma que los mandatarios autoritarios que al principio desconocieron las medidas elementales para combatir la pandemia, como fue es el caso del primer ministro de Reino Unido y el expresidente de EEUU, están pagando los costos de mostrar su indiferencia a un virus que todavía no quiere irse.
– Ahora mismo el coronavirus es el problema principal del mundo. Ya se ha cobrado más de 2 millones de vidas. ¿Qué supone para América Latina la desigualdad en la vacunación?
– Nunca había sido tan necesaria la integración de América Latina y nunca habíamos estado tan desintegrados. Estamos viendo un cruel resultado o reflejo de esta situación en la actitud que han asumido cada uno de los países frente al tema de las vacunas. Cada país ha buscado legítimamente, dadas las necesidades de supervivencia, contratando distintos tipos de vacunas, a unos precios mayores y no en las cantidades necesarias. Si a esto le añadimos que no ha sido posible que se considere la vacuna como un bien universal, de libre acceso por todos los países… o los anuncios terroríficos de que Europa estaría pensando en cerrar la exportación de sus vacunas, prácticamente EEUU y la UE estarían condenado al resto del mundo a seguir con esta ola de contagios y fallecimientos mientras hay disponibilidad de la vacuna en otros países Nos parece una reflexión dramática: ha habido otra pandemia que es la de la insolidaridad internacional. La solidaridad no se ha manifestado ni en el caso de los respiradores, ni en los medicamentos ni en las vacunas.
– ¿Esto supone para usted un fracaso de la gestión de la pandemia a nivel global?
– Puebla, en su momento, propuso por qué no convertíamos la vacuna en un bien universal, al que tengamos acceso todos los países en función de las necesidades, pero fue más rápido el ánimo de lucro de las compañías farmacéuticas, que en este momento están comprometiendo sus existencias futuras sin tener en cuenta su solidaridad. Por eso en el documento de Puebla que vamos a presentar le pedimos a la comunidad internacional que se destine el 10% de las existencias para cubrir los frentes de batalla que existen en todos los países del mundo: el personal sanitario y los mayores de 80 años, la población mas vulnerable de este momento.
– A América Latina , ¿qué le espera con el mandato de Joe Biden?
– Creo que va a haber un cambio radical en la política de Biden respecto a América Latina. Va a ser un cambio sustancial respecto a la política de Trump, que era detener a los migrantes, construir muros entre los países o no ser solidario con los compromisos del cambio climático de una de las regiones más afectadas es América Latina. En la parte bilateral va a haber revisiones de fondo con el tema de Cuba, Venezuela y la propia relación con México y Brasil.
– 2020 cerró con más de 300 líderes sociales y 250 combatientes asesinados desde que se firmaron hace cuatro años los Acuerdos de Paz en Colombia. ¿Hasta qué punto peligra el proceso de paz ?
– Yo dividiría la respuesta en dos partes. Aquí hay unos logros considerables de los Acuerdos de Paz que se han venido consolidando. El primero y más importante fue la desmovilización de 13.000 combatientes, la entrega de sus armas y su sometimiento a los trámites que fueron acordados para poderse reinsertar en la sociedad. Ese hecho contundente fue refrendado recientemente, cuando el partido que conformaron las FARC cambió su nombre por Los Comunes, mostrando su vocación democrática y su voluntad de seguir cumpliendo los acuerdos. Otro hecho importante es que se creó el sistema de Justicia Transicional en el que está la Jurisdicción Especial para la Paz, la Comisión de la Verdad y la unidad de Búsqueda de Desaparecidos. A pesar de todos los esfuerzos de la derecha colombiana por terminar con la Justicia Transicional, está bien consolidada.
Los problemas tienen que ver fundamentalmente con el incumplimiento en los Acuerdos de Paz, especialmente en las zonas en las que se vive el conflicto. Las personas que están siendo asesinadas en este momento son los líderes sociales, los desmovilizados de las FARC y personas jóvenes, a través de una serie de masacres. ¿Cuál es el interés que se tiene de asesinar a estas personas? Esencialmente no dejar que avancen ciertos temas de los Acuerdos de Paz como el de los cultivos ilícitos, algo que no interesa ni a los narcotraficantes ni a la disidencia de las FARC ni a los paramilitares. Tampoco les interesa cumplir con los compromisos que se pactaron para repartir esas tierras. Y el tema de las tierras está muy relacionado con la violencia. Es la parte más vulnerable de los acuerdos porque no haber cumplido el Gobierno o el Estado con su parte: asegurar su presencia social en esas zonas, no solamente militar, sino su presencia con carreteras, con escuelas, con tierras, con proyectos para aquellos que se estaban saliendo del conflicto.
– ¿El Gobierno de Iván Duque es capaz de dinamitar el proceso de paz?
– Digamos que lo que ha hecho Duque es poner el proceso de paz en modo avión. Está en una especie de limbo en el cual hay algunos avances, pocos, en ciertos campos como en los proyectos productivos. En otros temas como las víctimas no hay un resarcimiento económico y moral suficiente. No se está cumpliendo con el compromiso con las víctimas. No hay un incumplimiento total de los acuerdos, pero sí se están afectando a medio y largo plazo porque no hay recursos y no hay voluntad política.
– ¿Por qué en Colombia aunque la izquierda o las fuerzas progresistas consiguen algunas victorias locales no consiguen alcanzar el Gobierno?
– Hasta las últimas elecciones presidenciales no había una votación libre y abierta de la izquierda. Estaba de alguna manera involucrada la lucha armada. A la izquierda se la estigmatizaba diciendo que representaba los sectores armados. Pero en las últimas elecciones presidenciales, el candidato de la izquierda, Gustavo Petro, sacó muy pocos votos menos que el candidato de la derecha, Iván Duque. Hubo una participación masiva de la gente en las elecciones. Esto va a tomar un tiempo. En este momento la izquierda está comprometida con los Acuerdos de Paz. Tendrá que dar un paso adicional para hacer propuestas sociales, democráticas, progresistas. Un proceso lento. Llevamos 50 años (de conflicto) y esta es la primera vez que empiezan a expresarse las fuerzas de la izquierda de una manera libre. Espero que las próximas elecciones gane un candidato progresista para que cumpla con los Acuerdos de Paz, pero sobre todo abra otros espacios en otros temas en los cuales estamos muy atrasados.
– ¿Cómo se enfrentan las fuerzas de izquierdas en la región al panorama golpeado por la crisis económica que está dejando tras de sí el coronavirus?
– En la reunión del viernes precisamente vamos a proponer un modelo solidario que pretende reemplazar el actual. Proponemos un un mayor esfuerzo en materia de inclusión social. Vamos a quedar muy mal después de la pandemia, vamos a retroceder 10 años en lo que habíamos progresado en materia de igualdad social. El grupo propone unas políticas económicas para salir de la pandemia cuya factura la paguen los sectores que se enriquecieron con la misma o que todavía tienen la posibilidad de contribuir a base de impuestos. También solicitamos refinanciar la deuda externa para ayudar a financiar la estructura productiva en más de un 10% de PIB, que es lo que hemos perdido estos años. Se propone un programa de encadenamiento de las pequeñas y medianas industrias y volver a la industrialización que habíamos aparcado con la globalización.