SECRETARIO GENERAL
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MENSAJE PARA EL GRUPO DE PUEBLA
Viernes, 28 de enero de 2021
Estimadas amigas y amigos:
Permítanme expresar mi más profundo agradecimiento a todos ustedes por invitarme a compartir algunas reflexiones con ustedes en estos momentos críticos para la humanidad.
Gracias también por el reciente llamamiento realizado del Grupo de Puebla para lograr un acceso universal a la vacuna contra el COVID-19 y para poner el respeto de los derechos humanos en el corazón de nuestra lucha común contra la pandemia.
Un año después de su aparición, el COVID-19 sigue devastando el mundo. Reciban mi solidaridad y mis más sinceras condolencias por la pérdida de vidas y los daños a las comunidades afectadas.
Esta adversidad nos ha recordado, de la manera más dura posible, el precio que pagamos por las debilidades de un estilo de desarrollo que ha profundizado las desigualdades, el deterioro ambiental y el cambio climático que pone en riesgo la seguridad humana.
Eso implica entender que los efectos y las posibilidades de respuesta de los países en desarrollo difieren frente a los impactos y las opciones de los países con más recursos.
Requiere también comprender que, dentro de cada país, las personas mayores, las personas en situación de pobreza y exclusión, los trabajadores del sector informal, los pueblos indígenas, las personas migrantes y refugiadas… los grupos y comunidades, en definitiva, más vulnerables, necesitan de una especial protección. Todo ello desde un enfoque de género que reconozca que demasiado a menudo las mujeres se han visto y se ven afectadas de manera desproporcionada por las consecuencias de este virus.
Para superar y recuperarnos de la crisis requerimos sistemas de salud fortalecidos y cobertura sanitaria universal. Y esto significa garantizar que la vacuna sea un bien público mundial accesible y asequible para todas las personas.
Ha llegado la hora de la verdad. Todos los países deben proporcionar los tan necesarios recursos adicionales y movilizar a todos los socios al servicio de una respuesta verdaderamente mundial. Esto implica contribuir al programa ACT-Accelerator y su iniciativa COVAX y ayudar a financiar el plan mundial de vacunas de la Organización Mundial de la Salud.
No se puede consentir que un retraso en el acceso a la vacuna amplíe aún más las enormes desigualdades actuales a nivel global. Vacunar solo en los países desarrollados no les protegerá. Dejar a poblaciones enteras expuestas al virus provocará que haya más probabilidades para que este pueda mutar y hacer que las vacunas sean ineficaces.
Pero estos esfuerzos exigen el apoyo más amplio posible por parte de la comunidad internacional. América Latina y el Caribe es ya la región en desarrollo más endeudada del mundo. El impacto del COVID-19 ampliará significativamente la brecha de financiación de América Latina y el Caribe, generando una gran crisis de liquidez.
Esto ocurre en un momento en que es crítico tener espacio fiscal para responder a la pandemia y sus consecuencias socioeconómicas. Para evitar que esta crisis de liquidez se convierta en una nueva década perdida, he hecho un llamado urgente de apoyo al Fondo Monetario International y al Banco Mundial y he pedido a los líderes del G20 que apoyen una nueva emisión de derechos especiales de giro, así como la reasignación de los derechos de giro no utilizados.
También se debe expandir la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda del G20 para incluir los países de ingreso medio y extenderlo hasta finales de 2021. Todos los países deben tener acceso al alivio de la deuda sin penalización. A medio y largo plazo, debemos reconstruir una arquitectura global de la deuda más transparente y sostenible.
La Organización de Naciones Unidas continuará insistiendo – como lo hicimos en los Eventos de Alto Nivel sobre Financiamiento al Desarrollo en la Era del COVID-19 y Después – en la necesidad de apoyar a los países por su nivel de vulnerabilidad, independientemente de su condición de países de ingresos medios.
Estimadas amigas y amigos:
La pandemia marca un antes y un después y deja al mundo un mensaje claro: la solidaridad es, hoy más que nunca, nuestra única tabla de salvación.
Las diversas crisis que ha tenido que enfrentar la región ponen de relieve la urgencia de construir resiliencia y mayores capacidades de adaptación. Tenemos también la oportunidad de transitar hacia un nuevo estilo de desarrollo, con mayor igualdad, inclusión y cohesión social, con sostenibilidad ambiental y justicia climática, en línea con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Para ello, urge fortalecer el multilateralismo y la cooperación internacional, y juntos, construir un mundo que sea incluyente, igualitario y sostenible. Contamos con su experiencia, compromiso y apoyo continuos mientras continuamos con este trabajo vital.
Muchas gracias.